lunes, 6 de junio de 2022

Realidad nacional

Editorial

Por Lic. Luis Tardelli
Vamos 200 años de historia y las intrigas siguen siendo parte de la realidad cotidiana, en forma mezquina y artera se sigue decidiendo el futuro del país sin ningún otro plan que el desarrollo desigual e inequitativo de la metrópolis contra el atraso y el practicamente nulo desarrollo del interior del país. Asistimos impávidos al festejo de los 100 años de YPF, hay algo que festejar cuando más de medio país se encuentra sin gasoil? Sin embargo pareciera que la sociedad no ve, no escucha y lo que es peor....no piensa. Se contenta con tener una "alegría" por el triunfo de la selección nacional de fútbol, como si dicha euforia fuera la solución a nuestros problemas, como que magicamente al otro día todo se habrá arreglado, será este el realismo mágico del que hablaba un reconocido escritor latinoamericano?

El interior, salvo honrosas excepciones de provincias que tienen su dinámica propia, el resto se debate en caminos sin asfaltar y si están asfaltadas, con material de dudosa calidad, sin señalización, sin banquinas pavimentadas, con indicadores horizontales de la década del ´70, practicamente no existen, salvo honrosas excepciones, autovías y mucho menos autopistas, sin embargo todo continúa igual.....productores que no pueden ingresar durante varios días a sus establecimientos, luego de una jornada de lluvia, ni hablar de quienes aún se arriesgan y viven en el campo en los cuales saben que están atrapados en un viaje al pasado, sin comunicación, sin servicio de TV, en algunos casos aún hoy, sin energía eléctrica, teniendo la paciencia de esperar hasta una semana para poder salir, que ocurre en caso de emergencia de salud? Están solos a la buena fortuna de Dios y así el país va expulsando cada vez más gente hacia las grandes capitales y el campo es presa de un proceso de extranjerización de la tierra ya que poco va quedando de esos colonos que hicieron grande a esta nación. El famoso estado presente no les brinda ninguna infraestructura, comenzando por los caminos que son deplorables.

Entonces que hay para festejar en medio de una inflación galopante que devora los ingresos de las clases medias y borrando el sueño de la movilidad social ascendente que pregonara el fundador del movimiento al que pertenecen quienes hoy gobiernan, allá muy lejos en el tiempo ha quedado, ni el rastro de aquél sueño de 1949 con la universidad obrera ha quedado en la actualidad, mucho menos de aquélla Reforma Universitaria de 1918 que comenzaba a abrir las puertas al sueño de progreso  y educación superior.

Por todo esto consideramos que no hay nada para festejar, muy por el contrario, hay mucho por lo que trabajar, ya estamos llegando tarde, muchos se han ido, otros se quieren ir, pero hay que dar la batalla para evitar el vaciamiento de un país que reclama a gritos sordos una nueva oportunidad, no se anima, o no sabe cómo, pero no quiere que sus hijos se sigan yendo, es menester que los dirigentes estén a la altura de los hechos y den respuesta a una sociedad que espera ansiosa pero esperanzada ese futuro mejor que no llega.